miércoles, 28 de noviembre de 2012

Resumen


El facón de Almanegra es un arma maldita que está en poder del Chino, un matón del restaurador de las leyes. Esta historia ocurre a mediados del siglo XIX en la pampa argentina, durante las sangrientas guerras civiles. Está inspirada en un muy  subjetivo folletín histórico (Amalia) casi contemporáneo con los hechos. Y con algunos relatos de J. L. Borges y de Ernesto Sábato. 

El libro de historietas tiene 7 capítulos, 80 páginas, mas de 7 dibujantes y un guionista. 

El chino es un rebelde y un sobreviviente. Y a veces ambas cosas a la vez.

El gobierno de Rosas era un gobierno popular al que se oponían las clases dominantes. El chino es de clase baja, un despojo de esa sociedad. Contra la que se rebelara, de forma individual casi sin saberlo, con rencor pero con gallardía. 

El comportamiento del chino es, en algo, semejante a su regente (el restaurador de las leyes), ladino y antojadizo.
Por eso en el capítulo 5 ya no está en Buenos Aires que es su territorio.
Si bien los primeros 2 capítulos suceden a la vez, los demás capítulos se separan por años o meses. Y obligan pensar que sucedió anteriormente.  Ese mecanismo que obliga al lector también está presente en cada capítulo.
Primero embosca a un (rico) estanciero insurrecto, después recuerda su cruel infancia, que lo hizo como es. En el capítulo 3 debe decidir (que lo muestra como un importante personaje de la Buenos Aires rosista) en un pleito de federales y unitarios, entre soldados pobres y ricos ciudadanos. En los 2 siguientes se enfrenta con el legendario tigre de los llanos. En el 6 y el 7 participa de 2 batallas decisivas (Quebracho herrado y Caseros), del lado de los vencedores, sino difícilmente hubiera  sobrevivido. Hasta que se reencuentra con su patrón, don Juan Manuel, para enrostrarle su expulsión de los colorados del monte. Esta ficción histórica tiene algo fantástico y una historia de amor (que evita caer en el esperable romance entre los 2 bandos antagónicos, una unitaria y un federal).
Si bien puede considerarse una historia localista debería leerse en cualquier lugar del mundo, como se leen las historias de samuráis o cowboys o mosqueteros. Es una historia violenta con muchos giros inesperados.

Ilustración de Alejandro Aguado.